jueves, 1 de abril de 2010

Las Políticas de Presión vs. la Diplomacia Correcta

En mi opinión, se debería tender a una diplomacia de triple vía. Por una parte España y la UE deberían comenzar, a través de su diplomacia con los Estados Unidos, intentar que se levante el embargo en su totalidad porque este no tiene razón de ser. El conflicto entre la clase política estadounidense y el gobierno cubano ha hecho difícil ubicar el debate central entre el Estado y la sociedad, porque el conflicto endógeno cubano es constantemente desplazado hacia el conflicto con los Estados Unidos. Así, el gobierno cubano instrumentaliza el discurso duro y la política del embargo de los EEUU como justificación de su inmovilidad política, utilizando el diferendo como arma arrojadiza contra cualquier intento de democratizar al país. Es por eso que Cuba tiene una defensa antidemocrática formidable para países que quieran deslegitimar todo esfuerzo democratizador: un "enemigo" externo que es, además, el principal actor geopolítico en el escenario mundial. Si los Estados Unidos llegan a comprender la importancia de que marcar el inicio de su retirada como actor externo del conflicto cubano, evaporaría al "enemigo" y dejaría al conflicto cubano endógeno expuesto en toda su dimensión y, posicionándose fuera del mismo se convertiría en un actor internacional importantísimo a favor de la democratización. Lo mismo pasa con la Posición Común, como instrumento de presión. Creo que la política de España y la UE con Cuba, debería contar con dos fases:


1ª Fase: Una política de doble vía, dialogando extensamente con el gobierno cubano, para que ratifique los tratados en materia de derechos y libertades fundamentales, y con la oposición democrática cubana, dejando claro al gobierno de Raúl Castro que se persigue abiertamente la democratización de la Isla y la defensa estricta y escrupulosa de los derechos humanos, pilares de la democracia española y de la UE.


2ª Fase: Intentar que los actores internacionales lleguen a un acuerdo con el gobierno cubano para propiciar un encuentro entre este y la oposición interna en Cuba, para lograr una transición por pacto.


Parece más facil de decir que de lograr, pero en esa dirección debe ir la cosa. Una transición por traspaso no es posible. La oposición presenta dilemas que le impiden presionar en la dirección de un posible traspaso, porque no representa alternativas políticas sociológicamente importantes ni utiliza un lenguaje de inserción social que la comunique con los sectores más dinámicos de la sociedad cubana, aquellos que podrían responder ante un llamado de este tipo. Por reemplazo tampoco, pues éste presupone la quiebra de la clase política cubana, y no es el caso.


Con independencia de los deseos, la transición en Cuba empieza como reforma para terminar eventualmente como pacto. No cabe otra. Y eso presupone una disidencia interna fuerte y unida, habiendo trabajado en la eliminación de sus dilemas y debilidades, y madurando políticamente.

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