sábado, 12 de enero de 2008

Carta Abierta a Manuel Cuesta Morúa

Querido Manuel Cuesta Morúa:

Como cubano interesado en los temas que nos conciernen como nación, he estado muy al tanto de los acontecimientos que se suceden en nuestro país, y de todas las voces que desde el interior de Cuba se han levantado como respuesta a la problemática que el gobierno cubano ha generado a lo largo de sus casi 50 años de existencia. Debo confesar que he leído más sobre Cuba en los 14 años que llevo fuera que en los 26 años que viví en la Isla, tanto de su historia y su literatura, como de la lucha por conseguir una democracia que nos asegure y permita nuestra independencia y soberanía, y crear un proyecto de nación que sea viable para todos y por el bien de todos. He llegado a la convicción que no puedo seguir anónimo y semi-ajeno, al leer las palabras de Pérez Roque en la O.N.U. cuando dice que Cuba estaría dispuesta a renunciar a la soberanía y a la bandera por la que tanto ha peleado, porque en ellas se compromete nuestra independencia, y nos impide crear un proyecto de nación a la medida de la aspiración de todos los cubanos. Si bien no estoy en contra de que Cuba forme un bloque con las naciones Iberoamericanas y Caribeñas, en mi opinión este bloque debe respetar unos ritmos, comenzando por un proyecto económico común que incluya reformas democráticas y de participación para luego ir avanzando, como naciones separadas, hacia otro tipo de unión. La economía cubana está tan maltrecha, y su modelo político tan agotado, que sería contraproducente y dañino para el país si nos sumamos a la descabellada idea de Nación Americana a la que quieren llegar el Sr. Chávez y sus aliados en el gobierno cubano.

Hace un par de días, he visto en internet un listado de todas las organizaciones disidentes cubanas dentro del país, y su número es tan abrumador, que cuesta trabajo llevarse una idea de las tendencias políticas por las que marcha la disidencia interna, a la vez que personaliza la acción política de un modo notable. En mi humilde opinión de observador anónimo, hasta ahora, creo que es hora de que las diferentes personalidades de la disidencia, tomen menos en serio su protagonismo político, en aras de la unidad por la democratización y la libertad de Cuba. No seremos capaces los cubanos de llevar proyecto coherente alguno, mientras esta situación prevalezca. Ese larguísimo listado de asociaciones, partidos, organizaciones, sindicatos independientes, etc, debería buscar la unidad con sus afines y crear cinco o seis bloques, según su ideología política, llevar a cabo elecciones para crear su estructura como partido, con sus estatutos y reglamentos, y que esos cinco o seis partidos constituidos, se asocien todos en un solo bloque para que sea efectiva una acción conjunta de la sociedad civil cubana y podamos llevar a cabo, juntos, la democratización que nuestro país debería seguir, junto a un proyecto de nación coherente. Mientras continúen levantándose voces dispares y débiles a lo largo y ancho del territorio nacional, más lejos estará el triunfo del objetivo común que todos queremos propugnar, y creo que ese momento no debe continuar dilatándose interminablemente, pues cada día que pasa estarán aún más en juego la democracia, la libertad, la independencia y la soberanía de Cuba, y con ellas las más altas aspiraciones de nuestro pueblo.

Dentro de todas las organizaciones opositoras que existen en nuestro país, creo que Arco Progresista, de la que usted es insigne portavoz, es la que me parece más coherente con la política que proclama, y a la que yo me afiliaría por afinidad política. Si me permite expresar mis ideas y sueños realizables, Arco Progresista podría agrupar a todos los movimientos, organizaciones o partidos de izquierda moderada y crear un partido socialdemócrata, con su estructura, sus estatutos y reglamentos y, conminando con su ejemplar paso a otros grupos, asociaciones y movimientos de otras ideologías a hacer lo mismo. Es mucho más fácil y razonable llegar a acuerdos con otros grupos si el número de interlocutores desciende ventajosamente. Así se podría crear una unidad que, si bien no es ideológica, sí expresa un consenso fiable y definido de lucha política para conseguir el objetivo de una Cuba democrática. Esto sentaría las bases de una práctica democrática, y de una cultura del consenso que los cubanos parecemos haber perdido, al creer solucionar, durante el siglo XX, nuestros problemas como nación entre desacuerdos, posturas políticas poco claras y guerras civiles. Creo que la creación de cinco o seis partidos, aunando cada uno a los grupos de mismo signo ideológico, para luego crear entre todos un pacto por la unidad de la sociedad civil cubana, que trabaje con seriedad y transparencia, lograría la credibilidad que se necesita para que el pueblo cubano en su conjunto confíe en que hay una alternativa real y concreta al gobierno actual y abandone sus dudas y desconfianzas en un movimiento opositor que hasta el momento se ha mantenido fragmentado y débil. Asimismo las organizaciones, grupos, movimientos y partidos del exilio deberían, según su ideología, afiliarse a estos partidos de la oposición interna de Cuba, demostrando que los cubanos somos capaces de apartar nuestros pequeños intereses personales en pos de la unidad y reconciliación nacional para crear un proyecto de nación largamente esperado. Sólo así podremos alcanzar una Cuba democrática, para todos y para el bien de todos.

En las ideas que he ido madurando a lo largo de mi vida de vocación socialdemócrata, me gustaría ayudar en lo que sea posible para cumplir los objetivos de democratizar la sociedad cubana. Me gustaría que, en la medida de su limitadísimo tiempo, podamos tener un intercambio por este medio. Le animo a que cuente, en lo que quiera, con mi modesta contribución.

Un saludo,
Gonzalo Valdés-Busto de Iznaga.

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